Mariposas rojas

Si tú me miras,
soy una mariposa roja.

I

para la voluntad de morir
hay que correr bien lejos
ejercer un último exilio
y una separación de las posesiones
que nos poseyeron en cuerpo
y alma.
hay que declararle la guerra
a la infame infancia
cuyos ojos vendamos sin pudor
y cuyas armas incautamos.
hay que irse ligero
para volar sin inclinaciones
ni turbulencias
viendo fijamente el camino
y reconociendo la espuela.


II

desde que he perdido la fe en mí misma
ya no hay nada que deba escribir
todo está escrito pulcramente en mi sangre
toda la palabra ha sido dicha
en su extensión infeliz
las horas han sido contadas cronológicamente
(cuando debían serlo)
mis intimidades se han desatado
cada vez que perdí el privilegio de ser íntima
puedes mirarme y está claro
que no tengo el hálito de deidad
y que mis ojos están despejados de todo hechizo
en los brazos del pretexto fúnebre
la mano de la sanidad se abrió
sobre estas cabezas frágiles y brillantes
decidiendo que no habría mejor era
para decapitar a mis sentidos.


ínfulas de quimera


no me gusta vestirme
después de hacer el amor
porque
no sé guardar secretos
ni eclipsar lo entrevisto
que sean las luces
de los amaneceres
y sus incendios forestales
mis únicos
guardianes.


mala sangre


podría decir
de los encuentros distantes
que no he conservado nada
más que ídolos rotos

el
hola cómo está tu mamá
cómo va la poesía
adónde vas de dónde vienes

¿y esos días tristes
de los que ya no hablas?

leí tu último poema
después de levantarme
y es como cuando
arrugas la cara para no llorar

la última vez que te vi
venías de un lugar
para mí desconocido
y no sentí nada

para mí exhumamos
las malas memorias
o lo mismo,
naturaleza muerta

a veces recuerdas mi
cumpleaños
y a veces que sufro
de doble ánimo

nada sé de ti de mí excepto
que aguardas grandes cosas

del polvo vienes
et in pulverem reverteris

y de esto no será nada.
O,
soy como esas ciudades
fugaces

que te consumen
y nunca tocas. 

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