La muerte vulgar

si he de morir en noviembre,
quémenme.
que mis manos incineren
las grietas de todas paredes
ante puertas que se cerraron
tras nosotros.
y las cenizas de mis senos
hagan barca en una boca
que sabrá muy bien
los placeres que me abatieron
los golpes que me tumbaron.
que el aroma de mi cuerpo
vagabundo e incendiado
colme los suelos de apartamentos
que dieron cabida a las músicas
y tardes silenciosas. 
que el sol se apiade de nosotros
y queme lento.
lluvias continentales y tierras secas
no se encuentran ataúdes
lloran labios familiares
mi última cama: la fúnebre amapola
la muerte vulgar
la vida de mierda
aún mis oídos alegres,
Coquelicot
te oyen llamar(me).

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